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Propiedad Intelectual en la WEB3

  • 16 jul 2023
  • 2 Min. de lectura




El objetivo de la propiedad intelectual es salvaguardar bienes intangibles. Con el paso del tiempo, este concepto ha evolucionado de forma gradual, adaptándose a las emergentes tecnologías. Sin embargo, es evidente que, en ocasiones, algunos creadores no han logrado asumir estos cambios de manera eficiente y adaptarse a los nuevos paradigmas económicos.


Ahora bien, la aparición de la inteligencia artificial (IA) puede suponer un desafío para el sistema de propiedad intelectual en múltiples aspectos. La IA tiene la capacidad de emular y acelerar la producción de invenciones a escala industrial. Además, permite la disociación entre la invención y la genialidad humana, lo cual ha sido, hasta ahora, el cimiento fundamental del sistema de propiedad intelectual. Sin embargo, las herramientas de IA están en condiciones de producir invenciones de forma autónoma, sin intervención humana.


Por último, pero no menos importante, nos enfrentamos por primera vez a una posible inundación de invenciones, lo que podría agravar el ya desafiante panorama del incremento del número de invenciones y patentes.


Este desacople entre la invención y la genialidad humana es uno de los efectos más relevantes. Los derechos de propiedad intelectual, excluyendo los signos distintivos y secretos comerciales, suelen estar íntimamente ligados a sus creadores. Los autores poseen derechos de explotación y derechos morales, siendo estos últimos irrenunciables e imprescriptibles en la mayoría de los países. Los derechos morales de paternidad buscan preservar la conexión entre el creador y su obra. Sin embargo, en sistemas de creación automatizados, esta conexión entre autor y obra prácticamente desaparece. No cabe duda de que la concesión de derechos morales no parece justificada cuando el eventual titular interviene solo en una mínima parte. En cuanto a las patentes de invención, la situación es algo distinta. El derecho de patente permite registrar la patente a personas que no son inventores, aunque la mayoría de las legislaciones requieren que en la solicitud de patente se consigne el nombre del inventor.


La inteligencia artificial, junto a otras tecnologías como los ordenadores cuánticos, representa uno de los avances tecnológicos más significativos desde la invención de la electricidad. Estas tecnologías posibilitan la creación de invenciones de manera automática o semi-automática. Por ejemplo, en la industria farmacéutica, un ordenador cuántico podría investigar millones de moléculas simultáneamente, lo que permitiría a los desarrolladores obtener resultados rápidamente. Del mismo modo, las compañías podrían incrementar exponencialmente su portafolio de patentes.


Es evidente que el incremento en la capacidad inventiva podría derivar en un aluvión de solicitudes de patentes. Este aumento exponencial podría provocar un colapso del sistema de patentes.

 
 
 

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